Por: Yarimar Marrero Rodríguez
Desde el 2014 hemos llevado nuestros servicios a las comunidades en Puerto Rico. Pocas veces nos adentramos en el trabajo que realiza este equipo de profesionales y voluntarios. En esta entrevista puedes conocer un poco más de cómo se formó la división de Programas de Enlace Académico e Impacto Social, de la mano de Yolanda Rodríguez León, Gerente de nuestros programas.
SER de Puerto Rico tiene la misión de ampliar su modelo de servicio y moverse a las comunidades para llegar a las personas que, por razón de distancia, pobreza o condición física limitante, no pueden llegar a los centros donde opera la organización. Respondiendo a la necesidad de servicios, orientación y equipos de las personas con discapacidad y sus familias, desde la intervención temprana hasta la respuesta inmediata a un evento atmosférico, es que se desarrolla la división de programas comunitarios en SER de Puerto Rico. La coordinación e implementación de estos programas está ligado al apoyo directo de los líderes comunitarios, políticos y religiosos de cada municipio impactado en conjunto con el equipo interdisciplinario de nuestra Institución que dirige la Doctora en Trabajo Social Yolanda Rodríguez León.
YMR: ¿Podemos referirnos a Expedición Salud, implementado en el 2014, como la primera iniciativa comunitaria en la Institución? ¿Cuáles fueron sus precedentes?
YRL: Sí, ese fue el primer Programa Comunitario, la primera vez que nosotros nos planteamos que podíamos ofrecer servicios fuera de los Centros. Se da en una coyuntura bien importante porque SER acababa de convertirse en parte de la red de ORITEL. Conocimos al doctor Sevilla que es el director médico en el TELETÓN de Nicaragua y él nos habló con mucho entusiasmo de los trabajos comunitarios que ellos hacían en su país. Ahí empezamos a pensar desde lo que es nuestra mayor experiencia, la atención a niños y conceptualizamos Expedición Salud. Un programa de atención multidisciplinaria a niños y niñas entre cero a seis años que no tuvieran un diagnóstico establecido utilizando un enfoque de intervención temprana.
YMR: ¿Por qué crees que SER debía ampliar su modelo de servicio y hacer accesibles las terapias, equipos, suministros y orientaciones que ofrecen a las personas directamente en sus comunidades?
YRL: Porque es un reconocimiento de que hay una gran inequidad en la salud en Puerto Rico y que hay unos servicios especializados y de calidad que nosotros ofrecemos que de otra manera mucha gente no tendría la oportunidad de recibirlo. Es importante mirar la historia de los programas donde hemos estado atendiendo principalmente a adultos mayores y es que esa necesidad nosotros la pensamos a raíz de los huracanes Irma y María. Al reconocer la situación del país una de las preguntas era, estas poblaciones históricamente invisibilizadas y más empobrecidas dónde estaban y qué había pasado con ellos.
YMR: SER 360, que surgió en respuesta a la necesidad de los puertorriqueños tras los huracanes Irma y María, se convirtió en un programa piloto de gran alcance: ¿Cuán desafiante fue poner en marcha un programa de esta magnitud y cuéntanos un poco sobre el éxito y la acogida que han tenido?
YRL: Trabajar con SER 360 fue una experiencia completamente nueva. Fue pensarlo desde cero, teníamos los fondos y estábamos felices, pero tuvimos que conceptualizar hasta qué formato íbamos a utilizar para recoger la información en la calle y además en las condiciones en las que estaba el país. Nosotros empezamos con SER 360 el 2 de febrero de 2018 en culebra, después de eso Vieques, después de eso Utuado y así seguimos por toda la Isla. Esas primeras veces que salíamos (en la clínica móvil), validamos que lo que estábamos haciendo era necesario y había que seguir haciéndolo porque la gente se sentía visibilizada. La cantidad de personas que nos dijo, “el huracán pasó hace seis meses y ustedes son las primeras personas que llegan donde nosotros”. Ese tipo de información que emociona y conmociona era lo que nos seguía dando fuerzas para seguir. Algo bien importante es que cuando se agotaron los fondos de Unidos Por Puerto Rico, que fue quien nos auspició, nuestra Presidenta y la Junta de Directores dijeran: “nosotros vamos a asumir ese programa porque entendemos que es necesario”, ese fue un gran reconocimiento al trabajo que hacemos y a la labor del equipo.
YMR: Desde tu experiencia en el campo ¿consideras que hay un sector de la población con discapacidad o diversidad funcional que es más vulnerable o que requiere más atención por parte del gobierno y las instituciones no gubernamentales?
YRL: Hay un sector que tiene que ver con las personas que nacen con condiciones bien severas, esas personas no las atiende nadie después de que tienen veintiún años. Esa población no se mira hasta que salen en las noticias. Así que esa población de adultos con discapacidades severas tristemente cae en un limbo desde los veintiuno hasta los sesenta. Por otro lado, hay una población de adultos mayores que carecen de todo y en la medida que los municipios dejan de tener servicios, apoyo y transportación pública, se siguen quedando en un asilamiento tal, en una soledad tan grande, en una falta de recursos y lo más triste es que se acomodan a eso. Esa desesperanza en esos sectores poblacionales de esos papás que no saben qué va a pasar con su hijo cuando ellos no estén. Uno, que está en la calle, piensa qué mucho les hace falta y la verdad es que las Organizaciones No Gubernamentales estamos haciendo un trabajo brutal, pero hay unas cosas que le siguen tocando al estado que son los que tienen los recursos económicos y la responsabilidad.
YMR: Recuerdas alguna historia en particular que hayas vivido al trabajar directamente con nuestra gente en sus comunidades y que haya sido especialmente significativa para ti.
YRL: Yo siempre recuerdo un señor en Loíza que le había dado un derrame, tenía hemiplejia, vivía en una casa sin luz, sin agua, nosotros tratamos de hablarle de que esas no eran condiciones de vida, pero ese era su espacio, era su hogar, él tenía unos perritos que eran sus únicos compañeros y nos dijo que él no se iba a ir y dejar a los perros. Entonces una situación así te deja sin palabras. La verdad es que no lo podíamos obligar a irse, esa es su vida y respetar eso da mucho trabajo, ese tipo de experiencia es muy frustrante. Hay que aprender a respetar la autodeterminación. Otra cosa que me llama mucho la atención es la gente que ora por nosotros. Esas personas que se toman el tiempo de orar. Cuando una persona mayor nos despide de su casa y nos dice, “un momentito yo puedo orar por ustedes” ahí tú dices estamos haciendo lo que tenemos que hacer. Cada salida es una experiencia significativa y diferente.
YMR: ¿Cómo ves el futuro de los programas comunitarios en SER de Puerto Rico?
YRL: Seguimos apostando a que hay que regresar a las comunidades, apostamos a que estamos dando un servicio que otros profesionales no están dando y que la población necesita. Seguimos apostando a que la experiencia nos va a dar la idea y la estrategia que necesitemos para seguir. Yo siempre pido sabiduría para saber cuándo hay que empezar a transformar las cosas y como gracias a Dios, es un trabajo que yo no hago sola porque las coordinadoras de los otros dos programas y todo el equipo son espectaculares, al final es mi responsabilidad y yo tengo que tomar la decisión, pero siempre es mejor el camino acompañada.